«Si todos los virus desaparecen repentinamente, el mundo sería un lugar maravilloso por cerca de un día y medio, y luego todos moriríamos, ese sería el resultado final», afirma Tony Goldberg, epidemiólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison.

Y es que la mayoría de virus no son patógenos para el ser humano y muchos de ellos hacen un papel fundamental en el mantenimiento de los ecosistemas. Otros, en cambio, mantienen la salud de organismos como hongos, plantas, insectos e incluso humanos. 

Si los virus desaparecieran de repente, algunas poblaciones bacterianas crecerían de manera desproporcionada y otras desaparecerían. Esta situación sería problemática por ejemplo en los océanos, donde el 90% de la vida es microbiana. Estos microbios generan cerca de la mitad del oxígeno del planeta, y este proceso lo facilitan los virus.

Los virus matan cada día al 20% de los microbios oceánicos y al 50% de las bacterias oceánicas. Al hacerlo, el plancton productor de oxígeno tiene suficientes nutrientes para hacer la fotosíntesis, lo que permite que se mantenga gran parte de la vida en la Tierra. Como dice el doctor Suttle, «si no hay muerte, entonces no hay vida, porque esta depende completamente del reciclaje de materiales. Los virus son importantes en términos de reciclaje».