
La mayoría de los cardiomiocitos acumulan varias copias del ADN y aumentan su tamaño, como los fresones que compramos en el supermercado. Esta rigidez, sumada a la ausencia de células madre en el corazón, anula su capacidad regenerativa.
La estrategia más llamativa consiste en meter a personas infartadas en una cámara con bajos niveles de oxígeno. Se ha observado que los cardiomiocitos tienden a multiplicarse en esas condiciones. De hecho, durante el desarrollo embrionario, el feto crece con escasez de oxígeno, que incrementan al entrar en contacto con el aire al nacer.