¿Verdad que hay veces en las que uno sólo desea parar y recogerse en su interior como una de esas flores que se cierran por la noche para proteger sus pétalos…?
Son esos días en los que, como decía Mafalda, necesitamos bajarnos un poquito del mundo, descansar del ruido, salir del ritmo trepidante, impredecible, confuso, desconcertante e inconexo que estamos viviendo…
Aunque también deberíamos tener en cuenta que… “Sólo vemos Cómo miramos”, es decir, que gran parte de lo que percibimos no es más que un reflejo de cómo nos sentimos por dentro y de cómo está nuestra energía en el día a día…
El mundo no cambia porque siempre esperamos que los demás cambien y den el primer paso.
Sin embargo, casi todo comienza y acaba en nuestro interior y en cómo reaccionamos a lo que nos sucede, pero, invariablemente, queremos que el cambio venga hecho de afuera, del otro o de las circunstancias externas.
En cambio, cuando te atreves a mirar con mayor perspectiva y calma -(esa famosa “presbicia emocional” de la que siempre hablo)- puedes comprender con más facilidad que…
La Vida es hija del Movimiento,
pero es madre de la Quietud…
y en esa quietud se expresa el Alma.
La quietud del movimiento es Consciencia
y esa Consciencia nos puede dar Armonía y Paz interior.
Para poder percibir, comprender y asumir todo esa cognición con discernimiento, hay que hacer introspección, mirar hacia adentro, permitirse Sentir y tener la certeza de que el Corazón es el receptor de la energía del Alma.
No es fácil hacer ese viaje de la cabeza al corazón, pero es el único camino que nos lleva a la serenidad y al sosiego, mucho más allá de la forma, el estado o apariencia de nuestro cuerpo y su situación.
El Corazón es el lugar donde sentir cobijo, calor y arrullo para diluirnos en Alma… y permitirnos Ser.
Es un territorio de Libertad y desde esa condición, incluso podríamos encontrarnos sintiendo el Cielo en la Tierra porque la dimensión del alma se manifiesta y sana cuando se la deja ser…
De ese modo se convierte en una energía inagotable, fecunda, exuberante y amorosa que nos protege y acompaña siempre.
Hoy me he dedicado un día especial para recargar esa importante “batería de mi núcleo emocional” y me he puesto muy contenta porque me ha susurrado al oído todo lo que necesitaba para poder expresarse con naturalidad y desnudez, sin vergüenza ni artificio o impostura…
Así me dijo :
- Quiero abrazar con dulzura, bondad y firmeza.
- Quiero despertar con ilusión y ganas.
- Quiero caminar con alegría y levedad.
- Quiero tener frescura en la mente siendo un verso libre.
- Quiero aprender a recibir cariño y apoyo.
- Quiero saber dar acogida y ternura.
- Quiero ser un pilar de fuerza y coherencia en mi esencia.
- Quiero probar una nueva piel de hada tejida con caricias y besos…
- Quiero bailar un bolero con mi alma a la luz de la súperluna roja…
Y PARA SENTIR TODO ESO …
¡¡¡ NECESITO ALGÚN DÍA CON S !!!
Con S de…
- S de sólo Ser, sin nada que hacer..
- S de suavidad, significado, sincronías, sueños..
- S de sutilezas, sensaciones, simbolismos, sanación..
- S de sentido, sencillez, sensibilidad, silencio, sagrado..
- S de serenidad, sentimiento, simpatía, sol, soledad..
- S de superación, sinceridad, soluciones, sonrisas..
Y tú…¿Sabes qué quieres desde el Corazón?
¿Te atreves a sentir y a describir tus deseos más íntimos?
¿Qué es lo que realmente anhela tu Ser?
¿Cómo te gustaría cocinar el Sabor de tus días especiales?
Dra. Pilar Morán