A menudo nos desenamoramos de la vida, nos desencantamos y nos desconectamos de la fuente de energía vital que somos.

Andamos cansados, desmotivados, aburridos, sin saber qué hacer ni por dónde tirar y cuál sería el camino correcto… sin darnos cuenta de que podemos permitirnos equivocarnos, fallar, caer, tropezar una y mil veces… es normal que sea así, no se puede controlar todo, somos humanos y vulnerables.

A veces también nos olvidamos de que, además de todo lo anterior y de igual modo, podemos movernos, cambiar lo que no nos gusta, desaprender, soltar amarras, navegar y sentir la vida que somos.

La vida de una persona está en constante actualización y movimiento permanente.

Si no hay cambio, no hay evolución ni aprendizaje.

El fracaso es parte de la vida, si no fracasas no aprendes, no cambias y cuando dejas de aprender, comienzas a morir…

Nos fosilizamos en posicionamientos rígidos de deber, culpa, victimismo, injusticia… y nos enquistamos, estancamos la vida…

“Sería bonito comenzar a vivir antes de ser demasiado viejos”…

La vida es lo que tú haces con ella, puede ser un campo de batalla, un permanente aburrimiento, una diversión, un sacrificio, una aventura…..

“El sentido de mi vida es el que yo quiera darle”

Y para eso es fundamental encontrar un soporte interno a la existencia, desde el cual “mirar” y proyectar todo aquello que queremos ver.

Primero debemos sentirlo para poder reflejarlo desde nuestro interior.

“Vemos el mundo que somos, no el mundo que es”

¿ Y si vistiéramos de matices sensoriales todo lo que vivimos?

¿Y si llevásemos nuestras experiencias que creemos ordinarias (como respirar, beber agua, comer, mirar, hacer un gesto, recibir, acariciar…) a ser una experiencia sensitiva suprema?

Lo maravilloso está en lo simple que no vemos, las sutilezas, podemos hacer sublimes las pequeñas cosas del día a día y sentir la magia de la vida en cada instante.

¿De qué color es la ilusión?

¿Cómo suena el silencio en ti?

¿A qué huele la alegría?

¿Cómo miras la derrota?

¿Qué sonido tiene la tristeza?

¿A qué sabe la ternura?

¿Cuál es el tacto del miedo?

¿Qué se siente con la lluvia?

Las emociones son el océano de la vida y dejarnos sumergir en ellas es fluir en plenitud. Pero la vida es un caleidoscopio emocional de todos los colores, un prisma poliédrico de sensaciones y vivencias, que no siempre son agradables o placenteras, pero… Todo es Vida !!!

Podemos sentirnos mal y no pasa nada, eso también es vivir, permitirnos transitar por ese mar bravo que es la rabia, el dolor, la ira, el sufrimiento, la soledad, la pena….a veces una tormenta emocional devastadora que nos hace temblar hasta las entrañas del alma… pero podemos circular de un estado a otro fluyendo y dejando que sucedan las olas. 

El problema es quedarnos estancados en las que no nos gustan porque nos resistimos a aceptarlas y al mismo tiempo, nos apegamos a ellas y de forma inconsciente, nos acomodamos a vivir así, en lugar de dejar que, simplemente, nos bañen y seguir nadando.

Podríamos probar a “desconfinar los sentimientos”, desempolvar los instintos, desincrustar la roña emocional, entrar en el desván y poner luz, decorar nuestra vida… tener la honestidad de permitirnos ser auténticos y respirar en cada esquina o rincón de nuestro cuerpo sintiendo todas las tonalidades de la vida que somos… y dejar que emerjan nuestra verdad y pura esencia.

Yo no quiero anestesiar mi vida ni alienar mis emociones, no quiero ser en serie, no quiero ser invisible, pero sí transparente.

Quiero que mi alma se enamore de la vida y sea una con ella, que se funda y se disuelva en pura existencia.

La vida es bonita sin necesidad de ser perfecta, sólo tenemos que atrevernos a sentir, eso es valentía.

Todo es vida, todo es energía en movimiento, todo es emoción, sólo hay que dejar que suceda sin identificación ni estancamiento y seguir caminando.

La vida no tiene edad, es como un río que siempre es el mismo y sin embargo, eternamente está en incesante fluir…

 

Dra. Pilar Morán