Parte 1
Panorama actual
Iniciamos el año 22 inmersos de lleno en el sexto período epidémico de covid 19, con gran cantidad de infecciones y niveles máximos de incidencia en los contagios, aunque, afortunadamente, con pocos casos graves en términos relativos.
Quiero creer que algo está empezando a cambiar…
En medio de todo este escenario y de forma muy consciente, he decidido que esta es la última que vez que voy a referirme al Sars-Cov-2 en mis escritos de reflexiones personales (que comenzaron en marzo del 2020 con el inicio de la pandemia).
Realmente pienso que hemos llegado a un punto de “psicosis social monotemática” (en la cual me incluyo) por saturación mental, con desgaste anímico, con agotamiento psicofísico y con posturas cada vez más enfrentadas, lo cual no nos beneficia en nada como sociedad y mucho menos a nivel personal como seres humanos.
El tristemente famoso coronavirus ha venido para quedarse y formará parte de nuestro medio ambiente de forma cuasi permanente con sus sucesivas variantes y mutaciones…
Es decir, al menos de momento, no va a desaparecer y tenemos que asumir eso.
¿Qué hacemos entonces?
Debemos inmuno-adaptarnos y naturalizar su presencia en nuestras vidas porque el covid no se va eliminar de la ecuación… pero además, sería muy positivo dejar de vivir dirigidos exclusivamente en ese foco.
De esta forma, tal vez pueda disminuir un poco la presión social, el ambiente hostil que se respira, el estrés permanente y el desgaste al que estamos todos sometidos.
Creo es bueno pensar y transmitir también que tenemos que aprender a convivir con él en equilibrio dentro de nuestro ecosistema porque ahora, el virus está mucho más debilitado en general y porque además, en todo este proceso, hemos desarrollado una respuesta inmunológica que nos protege en gran medida.
Aunque también es cierto que existe mucha variabilidad individual en los síntomas, lo cual depende de factores genéticos, inmunológicos, de la microbiota… es decir, del terreno específico del sujeto donde asienta el virus.
Por tanto, siempre habrá personas más vulnerables y proteger a esos pacientes más débiles debería ser la máxima prioridad.
Mucho más allá del Covid
A estas alturas, a punto de cumplir dos largos años de pandemia, casi me atrevo a decir que el peligro ya no viene sólo del exterior, sino que lo portamos dentro con tanto estrés, insatisfacción, cansancio y desconcierto.
Considero que uno de los mayores enemigos que tenemos actualmente es el Miedo Crónico porque no sabemos afrontarlo ni tutearnos con él en distancias cortas.
El Miedo es como un negro monstruo gigante que habita en nuestra mente, que nos obstaculiza vivir y ser…
Cuando lo llevamos al extremo, nos creamos y creemos una realidad que es totalmente ilusoria porque es una interpretación subjetiva distorsionada, pero se apodera de nuestro cerebro, nos hace sufrir mucho, incluso nos impele a tomar decisiones erróneas y a veces, hasta nos puede hacer enfermar…
El miedo destruye mentes, aniquila esperanzas, altera conductas y anula voluntades.
Y la voluntad son hechos, no sólo pensamientos, por tanto, el miedo puede bloquear todo nuestro comportamiento.
Estamos en un momento muy complicado socialmente, desunidos, enfadados, extenuados, hostiles…y sin visión de futuro…
Como consecuencia de ello, nos arrastramos los unos a los otros en una espiral muy tóxica de confrontación sin soluciones efectivas ni salida…
La gente será como la trates,
si los tratas como enemigos lo serán…
pero cada uno elige sus batallas…y sobre todo,
uno puede elegir cómo quiere reaccionar…y vivir…
¿Y si buscamos la conciliación y tratamos de hacer la vida más sencilla para todos…?
Parte 2
¿Cuál es tu mayor miedo?
Y ahora ya no me refiero sólo al covid, sino al MIEDO en general y con mayúsculas.
Eso sí que paraliza nuestras vidas y nos impide pensar con claridad, caemos muy fácilmente en su trampa y en sus garras.
-Cuanto más queremos negar el miedo, más nos vence…
-Cuanto más nos resistimos a él, más entidad tiene…
-Cuanto más lo apartamos, más poder le damos…
Es decir, cuanto más tratamos de huir de aquello que nos perturba, más grande se hace en nuestra mente porque lo retroalimentamos con esa energía de rechazo.
Vivir con miedo de forma permanente es antinatural y nos desgasta profundamente, nos debilita, nos impide disfrutar, nos dificulta sonreír y sentir satisfacción, que son los mejores medicamentos para el sistema inmunológico.
Todo aquello que nos roba la serenidad, nos roba la salud y la energía de vida, por tanto no merece la pena.
No obstante, si aprendiésemos a mirar al miedo de otra forma, si tratásemos de entender lo que, en el fondo nos quiere decir… tal vez comprenderíamos que el miedo siempre nos muestra el camino para poder avanzar y deshacer nuestros conflictos.
Detrás de ese velo opaco del miedo se encuentran las preguntas y respuestas que no nos atrevemos a hacernos…
En numerosas ocasiones el miedo no es más que un disfraz de la culpa…o de otros sentimientos que queremos evitar porque son más incómodos, por tanto, inconscientemente, el miedo también puede ser un refugio o una justificación para no actuar…
¿Qué puedes hacer con tu Miedo?
Míralo de frente, aproxímate, háblale, ponle un nombre y dialoga con él, desmóntalo, atraviésalo…
Atrévete a buscar las respuestas que tiene para ti, sé honesto contigo mismo, ríete del sinsentido absurdo que te hacer creer, y sobre todo, quiérete más de lo que pesa tu miedo…
Porque, cuando te acercas a él, lo abrazas, lo ridiculizas o lo traspasas, se esfuma, se disipa y pierde todo su poder… (que nosotros mismos le habíamos otorgado).
La risa mata al miedo y el amor lo desvanece.
¿Cómo lo hacemos?
Lo más importante es trascender numerosas creencias limitantes, pero en otras ocasiones, hay que “intrascender”, alivianar y quitar importancia a muchos demonios imaginarios que alojamos en nuestra mente… porque no nos dejan percibir y gozar de todo lo bonito de la existencia.
En cualquier caso, no podemos pasar de puntillas por la vida para evitar que nos rompan, ni tampoco jugar a medias la partida, sin arriesgar, intentando no perder nada por miedo al fracaso…
Eso no sirve para vivir de verdad.
A veces hay que poner el alma, el corazón, la voluntad, el deseo, todas las ganas y la vida entera si hace falta para ir en pos de tu propósito y sentido de vida.
Entonces ganas siempre, aunque pierdas, porque te has vencido a ti mismo y a tus miedos, a los dragones internos.
Eso es morir para renacer.
Sólo de esta forma puede volver a brotar la alegría de vivir y reparar todos los daños que destruyó el temor.
Ese es el principio del fin.
El final del miedo y el inicio de la expresión plena, cuando todo se ordena, se equilibra y armoniza.
Y así nace esa fuente incesante de vida en movimiento que todos llevamos dentro.
Dra. Pilar Morán