Hoy me dio por bucear en el mar de la Tristeza
porque hay días en los que quieres
poner las penas a remojo
para ver si les da por ahogarse
pero, en lugar de eso, a veces brotan
y entonces reflota la nostalgia…
Esa añoranza agridulce de lo que pudo ser y no fue,
de los sueños encerrados con candados,
de secretos y tesoros escondidos,
de lo que nunca has expresado,
de lo que pasó y se acabó, de los duelos,
de lo que ya no tiene lugar ni tiempo de ser.
Te encuentras en un sinsentido absurdo
empachado de recuerdos con ausencia de destino.
Se te apagan las ganas de reír…
Son esos días tristes donde te sientes olvidado,
estás frágil, como sin piel y no sabes qué hacer,
sólo quieres unos brazos que te acojan y dejarte…
Es que hay veces que hiela en el alma,
se te congela el corazón con la nieve de las venas,
anestesias sentimientos para poder sobrevivir y respirar,
sientes que te pierdes en la oscuridad más negra…
No tienes ninguna hoja de ruta…así que…
te quedas a llorar un tiempo en el callejón de la Tristeza.
Te rompes, te desgarras, te hundes, tocas fondo,
te destruyes y luego, con los jirones,
te vas recomponiendo…porque la vida también es eso,
un ciclo eterno de “muertes” y renacimiento.
Nos toca vivir y aprender en todos los tramos
o estaciones de este viaje…desde la tierra al cielo.
Para eso existen estos días en los que habitas
“túneles de vacío y desconsuelo”…
Tenemos que dejarnos atravesar por el proceso…
pero, arrímate a lo que aún permanece vivo dentro de ti
porque, después de sumergirte en el dolor, emerges…
renovado, con fuerza, más consciente y más ligero!!!
Dra. Pilar Morán