Nadie imaginaba ni de lejos cuando brindábamos por este nuevo año tomando las uvas lo que íbamos a vivir y nunca lo habríamos creído si nos lo cuentan previamente.

Hay veces donde la realidad supera a la ficción y eso es lo que está ocurriendo ahora.

Un año totalmente diferente que pasará a los anales de la historia como algo que cambió por completo nuestra manera de vivir y de relacionarnos y que supuso un antes y un después en nuestra vida, tanto a nivel individual como de especie humana.

Para mi es también un año doblemente especial porque celebro el 30 aniversario de mi profesión como médico, labor que me satisface plenamente y con la que sigo disfrutando cada día, doy gracias infinitas por ello.

Siempre digo que nací para cuidar, poner consciencia, ayudar a sanar y cuando no se pueda hacer más… “sembrar de rosas y paz el camino hacia el final”…

Pero además, este año, poco antes del confinamiento, decidí retomar mi pasión por escribir, que ya había iniciado en la adolescencia con mis poesías de los 17 años y posteriores, pero que dejé a un lado cuando estaba finalizando la carrera de Medicina.

He re-descubierto que esta faceta también me llena por completo y le aporta sentido a mi vida.

Es un año del que podemos aprender mucho si observamos la vida sin dejar que nos arrastre el caos, (siempre se crece en la adversidad y sacamos a la luz fuerzas desconocidas que habitan en nuestro interior).

También podemos aprovechar para realizar ese apasionante viaje (y siempre pendiente) a nuestro interior con el propósito de ordenar nuestra vida, poner comprensión, coherencia, armonía… y poder hacer el camino más ligeros, más felices, porque de eso se trata la vida, de disfrutar del viaje…

Dra. Pilar Morán